Un elemento importante de la música de fusión latinoamericana es la instrumentación, donde una gran cantidad de grupos hace uso de instrumentos vernáculos de Latinoamérica en aquel diálogo con otras estéticas musicales, tales como el jazz y el rock. Los estilos musicales extranjeros se apropian al momento de mezclarlos con elementos locales, estos últimos siendo a la vez renovados de alguna manera, alejándolos de lo hegemónico y dándoles una cualidad más cosmopolita.
El uso de esta instrumentación con elementos mixtos por un lado crea un nuevo uso de instrumentos que ya pertenecen a una tradición, y por el otro, también crea una deslocalización de estos, al hacerlos parte de un tejido más globalizado, tanto en cuanto a los estilos musicales con los que se mezclan, como el hecho de formar parte en un mundo más cosmopolita, con mayor movimiento e influencias externas.
En Latinoamérica, durante los años 60, nuevos movimientos musicales, principalmente el movimiento de la Nueva Canción Latinoamericana, se volvieron a acercar al folklore, incorporando ritmos e instrumentos latinoamericanos en estilos como el rock, jazz y pop. Aquel movimiento venía acompañado de una búsqueda de identidad de un continente visiblemente multicultural, que buscaba utilizar elementos nacionales en su música para no ser clasificados como foráneos. (Sagüés, 2017).
En Chile, conjuntos como Los Jaivas y Congreso, para nombrar unos de los más representativos, tocaban rock con instrumentos latinoamericanos, principalmente andinos, tales como la quena, el charango, los sicus, y el bombo. Este cambio fue parte del proceso conocido como la chilenización del rock (Tudela, 2016). Durante un largo tiempo, durante la dictadura militar desde los años 1973 al 1990, se dejó de utilizar en su mayoría instrumentos andinos por la carga social de izquierda con la que estaban asociadas, debido a su uso en la Nueva Canción Chilena, pero su uso nunca desapareció por completo, luego de la dictadura volviendo a ser usados en mayor manera una vez más.
Con el paso del tiempo, y la creciente globalización, la música fusión se ha relacionado con nuevos estilos de distintas partes del mundo, que han sido incorporados en un diálogo con músicas tanto mainstream como locales de otras zonas del mundo, teniendo mayor diálogo con la categoría de World Music. Un ejemplo más moderno de esto es el Antonio Monasterio Ensamble, donde se utilizan elementos del jazz, y de músicas de otras zonas del mundo, como el uso que hace de ritmos usados en la zona de los Balcanes. El ensamble utiliza instrumentos tales como el oud árabe, el kaval búlgaro, y el ney turco, haciendo una música con una identidad propia a través de la fusión de distintos elementos, en este caso, con una búsqueda de ello a través del timbre instrumental puesto en un primer plano.
Referencias
- Goñi, Gabriela, y López, Benjamín. (2020). Proyecto paz miranda: fusión y música independiente en Valparaíso. Neuma (Talca), 13(2), 78-105. https://dx.doi.org/10.4067/S0719-53892020000200078
- Montero-Díaz, Fiorella. (2018). La música fusión, ¿verdadera inclusión?: una exploración de la escena fusión en Lima. Anthropologica, 36(40), 97-120. https://dx.doi.org/10.18800/anthropologica.201801.005
- Eisner Sagüés, Federico Ernesto. (2015). Alturas de Machu Picchu como hecho musical: estilos, canon y lugar en la musicalización del poema como lectura crítica [Tesis de Maestría, Universidad de Chile] Disponible en https://repositorio.uchile.cl/handle/2250/130619
- Tudela, César. (2016). La construcción del rock chileno. Nación Rock. Disponible en https://www.nacionrock.com/la-construccion-del-rock-chileno/